viernes, 16 de octubre de 2009

Compasión selectiva.

Volviamos ayer del trabajo, llegamos a casa y aparcamos en la calle de al lado, no había sitio en la nuestra. Al bajarnos del coche escuché a Rafa hablando solo y mirándose los pies, "pues si que le ha sentado mal el día", pensé yo, "¡habla con sus pies!", pero al acercarme vi que en el suelo una perrita pequeña, blanca, con la misma cara de Azuky, un collar rosa estropeado y un montón de bichos se deshacia en fiestas hacia Rafa.
Miramos en derredor esperando encontrar alguien gritando desesperadamente el nombre de su mascota, pero la calle estaba desierta (jueves a las cuatro de la tarde: lógico). Ya nos lo esperábamos, las pulgas de la perra no nos habían dado ninguna esperanza desde el principio, uno tiene perro, de acuerdo, pero perro y pulgas... ya son demasiadas criaturas para un solo hogar.
Empezamos a andar hacia casa, como el que no quiere la cosa, esperando infructuosamente que la perrilla no nos siguiera, con lo que al llegar a la puerta entramos los tres, subimos las escaleras, saludamos a Azuky, que quedó encantada con la nueva compañía, y no nos quedó más remedio que ponerle a la recién llegada algo de comer y beber, como hacen los anfitriones educados, porque la visita, menos educada, se había avalanzado sobre el comedero de la perra inocente de dos post atrás.
Pues nada, pensamos, otra vez al veterinario, y otra vez a cruzar los dedos para que tenga chip, porque mira que la perrilla es bonica, y pequeña, y con unos ocho meses están tan lindos...

Rafa y Azuky fueron a dar su habitual paseo de mediodía, la nueva visita los acompañó (iba echando modales, se veia buena intención) , y a la vuelta se econtraron a dos mujeres y una niña buscando "una perrilla blanca y pequeña".
Salí al escuchar las voces, "¡los dueños, que alivio!" pensé, "aunque ya les vale, tener a la perra tan mugrienta...".
Pero no, eran las vecinas del final de la calle,una de ellas había visto a la perra esta mañana, le había seguido andando desde la rotonda de armilla, y una de ellas estaba pensado quedársela.
Al final, tras media hora de análisis del animalito y bastantes ánimos por parte de los demás la perrilla tuvo nueva casa. Eso sí , con amenaza de devolución si no le convencía, devolución .... a nuestra casa, pero sabemos que se la quedará.

Toda esta historia me hizo pensar en lo crueles que somos los seres humanos.
Primero, por acoger en casa a un ser tan indefenso como un cachorro para luego abandonarlo como parece a todas luces ser el caso.
Segundo porque un animal abandonado nos produce a casi todos una primera reacción de compasión y solidaridad universal que rara vez mostramos hacia nuestros congéneres al primer impulso. Ante el que nos pide algo en la calle (comida, dinero, un cigarro, un vaso de vino...) o ante las innumerables formas de sufrimiento de las que somos conscientes cada día y por las que poco hacemos para que se solucionen.
Nos escudamos en pretextos (es para beber, es un vago, algo habrá hecho para estar así,...), yo la primera, que no tienen justificación ninguna.
Ayudar sinceramente no puede ir precedido de un juicio parcial,viciado y basado en una primera impresión, pero lo hacemos.
Me quedó una sensación agridulce en la boca toda la tarde al recordar como yo misma he negado tantas veces a mis iguales lo que estaba dispuesta a ofrecer sin pensarlo a una perrilla.
Ronronea en el fondo de mi conciencia,y me recuerda que no debo sentirme por recogerla mucho mejor que aquellos que la abandonaron, porque indirectamente, al no actuar, yo abandono a otros como yo a su desdicha, ya que han perdido toda su suerte.

PD: dicen que el premio planeta cuenta la historia de una inmigrante que llega a España desde Cabo Verde, y de todas sus penurias. No creo en la calidad de los premios planeta, pero la autora era periodista respetada de RTVE, y la historia parece interesante. Tal vez haya que darle una oportunidad.

2 comentarios:

Carlos dijo...

Es interesante la reflexion que propones, la otra noche mientras veia con roxana "El jardinero fiel" me fije en un detalle de la pelicula(si la habeis visto lo reconocereis rapido):

Los protagonistas van en coche por un barrio muy muy pobre de africa, uno de ellos le dice que si podrian recojer a unos niños que caminan y les quedan 40km para llegar a casa, el otro contesta que no pueden ayudarles por que los demas tambien querrian y ellos no pueden ayudar a todo el mundo. Meses mas tarde el "segundo" por circustancias de la historia acaba viendose en la misma situacion pero esta vez pidiendole a otra persona que haga lo mismo que la "primera" le pedia meses atras.

Pienso que si todos ayudaramos a los demas nadie tendria que pasarlo mal, la ley del karma propone que si mejoras tu entorno te veras beneficiado por que viviras en un entorno mejor, asi que ya sea por altruismo, pena, o por simle egoismo karmatico, deberiamos plantearnos la posibilidad de ayudar a los demas.

Tambien se que muchas veces no lo hacemos por miedo, a fin de cuentas y a las malas un perro traera menos problemas que una persona a la que ayudas y tiene mal corazon.

Mariaeles dijo...

Creo que has dado en el clavo al señalar cuál es la diferencia entre humanos y animales: nosotros somos capaces de tener mal corazón aun con quien nos haya ayudado, un perro jamás haría algo así (¿recuerdas a Lórien?).Las comparaciones son odiosas,y a los humanos nos hacen salir perdiendo...