Es triste pero cierto. Hay una huelga general y el sentimiento más extendido es miedo.No lo entiendo.
El miércoles es un día para opinar, para decidir, para mojarse. Lo más importante no es cómo, pero sí que al menos cada uno actuemos acorde con nuestros principios.
He estado preguntado a muchos si harán huelga o irán a trabajar, y el que la balanza la inclinen hacia uno u otro lado depende en la mayoría de los casos de lo que diga la empresa o lo que haga la mayoría.
Los que van a trabajar tiene miedo de las represalias de los compañeros, trabajarán a puerta cerrada, sin que se note.
Los que hacen huelga tienen miedo de las medidas que la empresa pueda tomar indirectamente.
El miedo es enemigo de la libertad.
Renunciamos sin pensarlo a exponer y defender abiertamente nuestros principios.
Renunciamos, con eso, a nuestros principios.
Es más cómodo buscar una justificación para alegar que todo esto no va contigo.
Lo siento mucho, pero va con todos,nos guste o no.
Tenemos que opinar, en libertad, en conciencia, y lo más importante, actuar con coherencia.
Hay muchos motivos para no parar el miércoles: se plantea tarde, está politizada (como todas), no van a dar marcha atrás, no la secundará mucha gente, no toda la reforma es mala, no cobras... y muchos muchos más motivos.
Sin embargo creo que es mucho peor callar. El que calla, otorga. Si dejamos que en nombre de las "necesidades del mercado" siga imperando la ley del dinero llegará el día en el que miraremos atrás y lamentaremos no haber exigido que hay otra forma de hacer las cosas.
Porque, que no nos engañen, la hay.Pero entonces los mercados no ganan tanto.Ojo,no he dicho que pierdan. He dicho que no ganan tanto.
Tal vez los ciudadanos deberíamos haber salido hace tiempo a la calle organizados y unidos a pedir como sociedad civil lo que como sociedad política se nos niega y no somos capaces de reclamar: un mundo más igualitario y justo, con igualdad de oportunidades real, donde importe más el ser que el tener. Pero estamos demasiado cómodos en nuestros pequeños mundos para molestarnos en mirar hacia atrás, y, desgraciadamente, hacia adelante (¡el futuro!¿qué nos espera, de seguir así?), la pereza ideológica hace que sea más cómodo resignarse y justificar esta resignación.
Para pelear por pan hay que tener hambre.De seguir así llegará el día en el que pelearemos.
Ojalá encontremos la manera de hacernos oir antes de llegar a esto, una manera más útil y efectiva.
Entretanto, a día de hoy, al menos aún nos queda el recurso de la huelga para decir que no todo vale.
Por eso yo, el miércoles, pararé.
1 comentario:
Los mercados ya han hecho su presión.
Zapatero, el presidente que prometió que la crisis no la pagarían los humildes, los que no tienen culpa, el que prometió durante años que el despido no se abarataría, llegó un día y cambió radicalmente su política ante el ataque de los mercados.
Ahora es el momento en el que los trabajadores tenemos algo que decir. Nosotros también podemos mandar. Porque si nosotros no trabajamos, los mercados no tienen nada que vender.
Yo no tengo miedo en decir que voy a la huelga, aunque es cierto que la gente no se quiere definir, y te sientes casi culpable cuando sacas el tema.
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