jueves, 18 de octubre de 2012

Incondicionales

Ayer sin darme cuenta mis pobres cánidas estuvieron toda la tarde sin agua.
Se tumbaron en la puerta del salón hasta que su dueña se dignó fijarse en tan insistente comportamiento.
Después del agua, que bebieron en abundancia, todo eran muestras de cariño y agradecimiento por haberles rellenado el bebedero.
No hubo ni un reproche por haberlas tenido sedientas toda la tarde.

¿Aún alguien se pregunta por qué me gustan los perros?¿Por qué tengo dos?

2 comentarios:

Mu dijo...

Jejé, pobreticas, qué prudentes.

Una noche que mi tía se levantó a orinar, se encontró a su perro, el Chispo, pacientemente esperando pacientemente junto a la hornilla, pues se le había olvidado darle de comer en todo el día.

laura dijo...

De verdad que son buenas y leales y encima te lo agradecen cuando te acuerdas por fin de ellas y te miran con esos ojillos que tienen tan nobles.