miércoles, 4 de noviembre de 2009

Güejar Sierra.

Aprovechando el puente que los difuntos nos brindan en los comienzos de este otoño tardío hemos estado en Güejar Sierra, dicho de forma fina, o en "Gueah", dicho de forma mucho más coloquial (¡Pedro, va por tí!).
Hemos tenido tiempo de pasear junto al río (a algunos más que pasear los transportaron) disfrutando de los colores espectaculares de los árboles.


Fuimos también a la Fuente de los 16 caños, por el camino vimos ovejas, cabras, un caballo y muchos perros.Aquí íbamos a "dar un paseico" después de comer en verano, es decir, a media tarde, porque hace mucho fresquito y el agua está muy rica, lo malo es que la fuentecilla está en el barrio alto, y ya sabeis que en los pueblos los nombres los ponen por algo, y este caso no es una excepción, con lo que todo el camino es cuesta arriba, asi que el resultado final, al menos para mi, era que al llegar ya tenía el almuerzo o la merienda más que rebotados y ningunas ganas de hacer la gracia de beber de todos los caños.
Lo bueno era que la vuelta era cuesta abajo y antes, porque ya los han quitado las nuevas casas, había un montón de zarzales de los que coger moras.
Rafa y yo fuimos, además, como dos campeones empujando el carrito del sobrino y tirando de Azuky, que está hecha una floja.
Esto es "El practicante", tienda para todo en el pueblo, si se pregunta por algo, seguro que lo tienen, y si no ellos te lo traen. Sigue exactamente igual que cuando yo era pequeña, allí iba a comprar desde libretas y lápices, hasta huevos o una aguja de ganchillo.
(La foto es de este verano, un día que estuve con Carlos).

Son muchos los recuerdos al salir por el pueblo, de las interminables tardes de verano esperando un descuido de nuestros padres para salir a jugar en el pilar que hay justo al lado de la casa de mi abuela, de mi abuelo que se empeñaba en que fuese a por agua a otra fuente que había más lejos, con mi consiguiente enfado,porque estaba mucho más rica,decía él, a mi las dos me sabían (y me saben) exactamente igual; la tienda de chuches "La Manolica" en la plaza del pueblo, con cinco duros me tenían entretenida media tarde que era lo que tardaba yo en ir, venir y comerme las chuches (bueno, en esto último tardaba menos) y , como no, mi querida acequia de detrás de la casa de mi abuela, que merece mención aparte.
Encajada entre el muro de la casa y el muro de un terraplen, había que avanzar sobre la acequia poniendo un pie en cada filillo con cuidado de no mojarse durante cuatro o cinco metros, entonces se ensanchaba y se habría un ensanche de cemento de un metro y medio cuadrado, que a la izquierda tenía la acequia junto al muro alto y con una enredadera, y a la derecha una ventana de la casa de mi abuela, con lo que era el rincón perfecto para jugar las cocinitas o a la peluquería con las muñecas.
La acequia ya ha perdido su encanto porque han construido más casas detrás, y no he querido volver a asomarme,prefiero recordarla como la veía entonces cuando era niña, los recuerdos infantiles tienen algo especial y mágico.

6 comentarios:

Odina dijo...

!Como pasa el tiempo! Parece que fue ayer cuando ibamos tu madre tu y yo a comprar . Tu te empeñabas en que habia que comprarle comida a la familia pobre que vivia en casa de tus abuelos (Los inquilinos de la parte de arriba)E ibas diciendo;! que contenta se pondra esta familia cuando vea toda la comida que le llevamos!. Por si no te acuerdas la comida era para nosotros y los inquilinos estaban alli porque el marido trabajaba me parece recordar en la presa y de pobres nada

Carlos dijo...

Si! ese soy yo, bien cebaico, y es que no hay nada como el gustoso engorde en la epoca estival con mi querida madre!!!

Menos mal que el practicante no ha cambiado, por que el resto del pueblo... y si a mi me parece que ha cambiado no quiero saber lo que le parecera a la abuela, papa...

Anónimo dijo...

Sí, el marido de Petra trabajaba en la presa y no eran pobres... Yo también recuerdo el primo del abuelo que vivía justo al lado y que te regalaba caramelos "mágicos" y que una vez tu tía, la que suscribe, por gastarte una broma y sin conocer su magia, se lo comió, y tu cabreo monumental... y los paseos a la luz de las estrellas en la curva de la carretera donde las luces del pueblo no restaban brillo a nuestras historias de mundos y soles lejanos... y la espera interminable del camión de la basura... y... Besos

Odina dijo...

Me imagino que anonimo es Soco Bueno pues muchos besos y a ver cuando te veo

laura dijo...

De verdad que el tiempo pasa rápido.A veces es inevitable que la nostalgia se apodere de nosotros al recordar todo esto,cuando nuestros niños siempre estaban con nosotros y era tan facil hacerlos felices. Pero cuando vuelvo a la realidad, no la cambiaría, lo importante es disfrutar al máximo todo lo bueno que nos ofrece la vida en cada momento.

Sandra dijo...

También me acuerdo de la acequia, de jugar allí contigo y del burro cerca de la corría que no nos dejaba movernos del sitio y tuvo que venir tu padre a por nosotras y de ir en bragas a la corría y morirme de vergüenza a mis 9 años, jajajajaja!!!